Como se ha visto, los administradores
profesionales habrían de formarse para administrar, para contribuir a la
evolución de las organizaciones y para que desarrollen el conocimiento administrativo.
Sin embargo visto así, limitadamente, hasta ahí llegan las necesidades de los
gobiernos y de las empresas. Pero debemos preguntarnos: ¿Los gobiernos y las
empresas existen para servirse a sí mismos?. Definitivamente no. Antes de
definir el perfil del administrador profesional conviene resaltar lo siguiente:
La sociedad necesita indispensablemente de
los gobiernos y de las empresas. Si alguna vez se ha planteado la posibilidad
de desaparición del Estado, lo cual parece cada vez menos factible, la
desaparición de las empresas no es ni remotamente posible. Las empresas son las
células económicas de la sociedad y basta el mal funcionamiento de las mismas
para traer graves trastornos. No existen otras entidades que sustituyan a las
empresas como los instrumentos básicos para el aprovechamiento de los recursos
naturales, organización y aprovechamiento de la fuerza de trabajo, provisión de
satisfactores para la población, etc.
En las sociedades actuales, tanto el vacío
de poder y la ingobernabilidad, así como la reducción o desaparición de las
empresas, son señales inequívocas de grave crisis, política, económica y
social, que puede desembocar en desastre, guerra civil, y desmembramiento
nacional, como sucede en las repúblicas de la ex Unión Soviética o como se
avizora puede llegar a suceder en México. Estas reflexiones que pueden parecer
exageradas son necesarias sin embargo, pues como se ha visto ningún país está
exento de padecer situaciones de la índole mencionada.
Objetivamente, entonces, la razón de ser y
el sustento de gobiernos y empresas es la sociedad. Sin la sociedad perderían
su sustento y sin servirla no tienen justificación alguna para existir. El
problema radica entonces en qué hacen con esas instituciones quienes las
administran y cómo concurre a ello la población y la educación.
El discurso de gobernantes y empresarios,
en esencia, gira en torno a que su razón de ser es servir a la sociedad. Pero
es inocultable que con frecuencia se sirven más a sí mismos y no cumplen, o no
lo hacen suficientemente, con la sociedad. Los ciudadanos y los trabajadores
suelen tener una pésima impresión de los gobernantes, de los empresarios, y
consecuentemente de los administradores, tanto por razones justificadas como
por motivos de desinformación. En todo caso ello deteriora las posibilidades de
obtener cooperación de los ciudadanos y de los trabajadores, la cual es
indispensable para los administradores.
Resulta imperativo que la sociedad conozca
las posibilidades de superación y aprovechamiento de empresas y gobiernos; así
mismo resulta indispensable la colaboración de ciudadanos y trabajadores, y es
aquí donde encontramos las razones y orientación para la formación de los
administradores.
Para el administrador debe ser muy claro
que gobiernos y empresas son instituciones de altísimo impacto e importancia
social, que requieren ser manejadas y evolucionadas por especialistas
competentes, escrupulosos, con gran responsabilidad, ética, compromiso social,
ecológico e histórico. Además los administradores requieren ser capaces de
convocar al concurso consciente y democrático de los ciudadanos. El manejo
deshonesto, arbitrario, inepto o irresponsable de empresas y gobiernos, el
ocultamiento de la información, y la negación de la participación ciudadana y
de los trabajadores, que tan frecuentemente suceden, se traduce en severos
daños a la población, a la ecología y al patrimonio social.
Gobernantes y empresarios no son ni pueden
considerarse, de ninguna manera, como los únicos interesados en la formación de
los administradores y en el desarrollo del conocimiento administrativo; los
intereses de la población, de los ciudadanos, de los trabajadores y de los
propios estudiosos de la administración han de ser atendidos. Esta es una
insoslayable responsabilidad de las instituciones educativas, de los
administradores profesionales, de los docentes e investigadores,
responsabilidad que es urgente atender.
La formación de administradores, entonces,
requiere incluir el interés de la sociedad en su conjunto. Para ello es
necesario el estudio científico acerca del comportamiento de empresas y
gobiernos, lo cual permitirá identificar principios y leyes que lo rigen,
elaborar explicaciones teóricas, así como técnicas y estrategias para su mejor
manejo. Este conocimiento debe integrarse al acervo de las Ciencias Sociales y
ser público, buscando con ello la comprensión y participación ciudadana para la
evolución de empresas y gobiernos en beneficio de la sociedad.
Al formar a los administradores es
necesario tener muy en cuenta su situación como subordinados cercanos a
empresarios y gobernantes, y de lo delicado que resulta una posición ideológica
manifiesta, contraria al sistema capitalista. Sin embargo, no por ello debe
caerse en el extremo de la inconsciencia social. Precisamente lo necesario ante
tal situación es una posición muy centrada y objetiva, que reconozca tanto las
necesidades gubernamentales y empresariales en el sistema capitalista, así como
aquellas necesidades de la sociedad, los trabajadores y el medio ambiente;
necesidades no sólo en el corto, sino sobre todo en el largo plazo.